photo: Tito Rodriguez en Búzios Brasil
Inofensivamente
peligrosos
Es por todos conocido que si colocamos un
gusano clavado en un anzuelo los peces se sentirán extraordinariamente
atraídos por él y morderán la mortal trampa. Entonces ¿cómo puede
haber gusanos en el mar?
La única forma que esto suceda es que el
gusano haya creado un mecanismo de defensa absolutamente original que
mantenga a los peces alejado de él. Tal es el caso del gusano de fuego
(Hermodice carunculata). Este hermoso animal, que llega a alcanzar los
35 centímetros de envergadura, posee sobre sus flancos una cantidad
innumerable de cerdas blancas de apariencia blanda y suave como el
pelaje de un gato. Pero, en realidad son duras, rígidas, punzantes y
huecas y están llenas de un veneno sumamente irritante. Las cerdas
penetran en la carne del pez que trate de morder al gusano, se fracturan
en la herida liberando el veneno en los tejidos del depblackador. Este
veneno no puede matar al atacante pero sí causarle mucho dolor. Los
trozos de cerdas se absorberán en un período de dos días sin
mayores consecuencias.
Las cerdas están formadas por carbonato de
calcio, de ahí el color blanco intenso que, sobre el fondo rojo fuego
de la piel del gusano les da una apariencia muy vistosa que sirve de
advertencia a los posibles depblackadores. A este patrón de coloración
que resalta al animal se lo conoce como "patrón aposemático"
es algo así como un cartel luminoso que dice "no me toques, te voy
a lastimar". Sin el patrón aposemático los peces atacarían todo
el tiempo a los gusanos de fuego y si bien saldrían lastimados el
gusano también, por lo que el "cartel luminoso" beneficia a
ambos.
Pero es justamente ese color llamativo el que
lleva a los submarinistas a tocar a un gusano de fuego.
Los tomamos en nuestras manos desprovistas de guantes y se lo pasamos a nuestro compañero para compartir con él la belleza de ese hermoso animal. Claro que a los pocos minutos sentimos el dolor del veneno liberado y aprendemos a no volver a tocar a un poliqueto nunca más.
Es asombroso que un animal tan
intelectualmente desarrollado como el ser humano, no haya aprendido a
conocer los códigos comunes de los otros animales. Tal vez, en algún
momento de la evolución nos separamos tanto de ellos y nos dedicamos
tanto a nosotros mismos que hoy nos cuesta mucho entenderlos.
Tito Rodriguez |
El arte de pescar
El primer paso de la supervivencia consiste
en conseguir el alimento diario. En el mar son tantas las especies
animales como tan variadas las formas de conseguir el sustento. Se
requiere entonces, de una estrategia espectacular para tener éxito
y no perecer por inanición.
De las 2000 clases de estrellas de mar
conocidas en la actualidad hay una que sorprende por su belleza sin
igual y su originalidad a la hora de alimentarse. Es la "estrella
canasta", sin duda alguna un animal muy particular.
Esta pequeña estrella que tiene un cuerpo de
diez centímetros de diámetro y brazos de treinta centímetros, pasa
todo el día escondida, con sus brazos retraídos, entre
las rajaduras del fondo. Cuando se estrena la noche, ayudada por sus
cientos de pies tubulares, la pequeña estrella se trepa a los corales
hasta alcanzar las ramas más altas. Al llegar a la posición
elegida despliega sus brazos multirramificados en toda su extensión.
Una vez extendidos hacia arriba, las puntas de los brazos se unen tocándose
entre si dándole el aspecto de una bellísima canasta.
Estos brazos son en realidad una complicada
black de pesca; las puntas de las ramas más pequeñas poseen diminutas
cilias pegajosas que adhieren al microscópico plancton que las toca. Así,
a medida que transcurre la noche, las cilias se van llenando de plancton
completando la carga de la intrincada black. Una vez saturada la pequeña
rama, transfiere el alimento a los surcos de la cara ventral
plagados de pies-ventosas que lo hacen llegar a la boca del animal,
dotada de cinco mandíbulas. Al llegar el amanecer los brazos se retraen
y la estrella retorna al escondite diurno donde permanece inmóvil.
El alimento no es mucho en volumen pero
tampoco es mucho el gasto de energía del pequeño animal. Si las
estrellas canasta extendieran su black durante el día, el plancton
atrapado les sería robado por pequeños peces y crustáceos sin
que la estrella pudiera hacer nada por evitarlo. Por eso sólo pesca de
noche cuando estos animales duermen y nadie interrumpe su trabajo. En la
punta de cada brazo tiene un pequeño órgano almohadillado que posee un
conjunto de ojos sencillos que no pueden ver como los nuestros pero si
pueden distinguir luces y sombras, suficiente para informar al
primitivo cerebro que se hizo de noche o que el amanecer se asoma. Ojos
sencillos pero atentos que no se dejan engañar por la luz de nuestras
linternas.
El mar asombra cada día a quienes se sumergen
en él, con un despliegue increíble de belleza y variedad
de formas y colores, brindándonos el inmerecido privilegio de posarnos
en el fondo a observar a un maravilloso animal que acaba de convertir su
cuerpo en una perfecta black de pesca para que luego retornemos a la
superficie asombrados por eso a lo que solemos llamar "vida".
Tito Rodriguez
Cuenta una leyenda de Benin que,
en otros tiempos, el Sol y la Luna eran buenos amigos y tenían muchos
hijos. Un día decidieron arrojarlos al mar para que éstos poblaran
la Tierra. Así los hijos del Sol se convirtieron en peces y los de la
Luna en estrellas de mar.
Hoy para muchas personas, una estrella de
mar es un símbolo representativo de la vida marina ya que estos
animales nunca se encuentran en el agua dulce ni en tierra firme.
Se podría decir, a simple vista, que
un animal solitario que casi no tiene contacto con sus congéneres,
sin oídos, ni ojos y que se mueve por el fondo marino con pequeños
pies que apenas llegan a medir un par de milímetros, no podría
llegar muy lejos. Sin embargo , desde los Polos hasta el Caribe,
en fondos de arena o de roca, en las islas volcánicas o en los
arrecifes de coral, las estrellas lo ocupan todo.
Un animal extraño que saca su estómago
fuera del cuerpo a la hora de comer, que es capaz de regenerar un
brazo amputado o, incluso dividirse: el mismo animal, en dos
seres independientes. Poseedor de varios centenares de pies
ambulacrales que le permiten no sólo desplazarse por el fondo
sino adherirse con fuerza a las rocas en una impecable escalada.
Un animal casi sin enemigos naturales más que las estrellas mismas,
sin depblackadores ni parásitos. Capaz de resistir la marea negra
producida por un derrame de hidrocarburos o pasar largos períodos de
tiempo sin alimentarse. Sin duda, un extraño animal .
Lo más extraño es que ni
siquiera el hombre, que todo lo consume, ha podido encontrar la forma
de utilizar a las estrellas de mar. Durante años a probado incluso
convertirlas en alimento balanceado para las aves sin el menor éxito.
Pero tal vez, justamente, por ser un símbolo representativo de la
vida marina es que algunas personas sacan a las estrellas del agua y
las dejan morir al sol para exponerlas, secas y
descoloridas en una vitrina donde apenas podrán representar la
sombra del que fue un gran animal y la amplia ignorancia del dueño
de casa.
Las estrellas de mar sólo le pertenecen al
océano y en él deben permanecer hasta el final de los tiempos.
Mientras que la Luna las ilumine y los poetas las confundan con
estrellas caídas.
Tito Rodriguez |
El nombre de la ballena
A principios del Siglo XX los científicos
que estudiaban a las ballenas yubartas, preocupados por obtener datos
sobre sus migraciones anuales, les disparaban una especie de bala de
acero con un número grabado. Años después, cuando se mataba al animal
para extraerle el aceite, la bala era recuperada en el caldero en
el que se fundía la grasa del cetáceo.
Este método les decía a los investigadores
que la ballena había estado al menos en dos sitios. El lugar donde fue
marcada y el lugar donde la cazaron. En esa época sólo se recuperaron
un par de miles de estos rústicos marcadores.
Años después se descubrió que la parte
inferior de la cola de las yubartas tenía tonalidades de blancos,
negros y grises con diferentes distribuciones que nunca eran
iguales. El borde de la cola presentaba, además, varios cortes
pequeños. Si se unían estas dos características, se podía
identificar perfectamente a un determinado ejemplar ya que, no hay dos
colas iguales. Poco a poco se fue esbozando un archivo de fotos de colas
de ballena de distintos lugares del mundo. Investigadores, aficionados o
simples turistas contribuyeron a armar el gran rompecabezas que demandó
y aún demanda, años de esfuerzo y un gran trabajo.
Al poder identificar a un ejemplar se pudo
acceder a datos que hasta ahí eran desconocidos. Hoy se puede conocer
las rutas migratorias, marcar en un mapa los lugares que esa ballena
visitó en el último año, saber cuáles son sus crías, cuántas
crías tuvo a lo largo de su vida, qué edad tiene, entre qué edades
reprodujo y cuánto tiempo duró su período reproductivo, entre otros
datos. Una vez identificado un animal se le pone nombre y se
empieza a escribir la historia de su existencia. En la búsqueda del
conocimiento hay ejemplares que fueron fotografiados más de dos mil
veces en diferentes partes del planeta.
La flota ballenera japonesa de las décadas
del ´60 y ´70, épocas en que la caza estaba permitida, tenían su
visión muy particular sobre cómo "colaborar con la ciencia".
Cada vez que daban muerte a un animal le sacaban fotos de la cola y las
enviaban a las entidades ecologistas para que las dieran de baja en sus
archivos. Después de las prohibiciones y la fijación de cupos máximos
de captura, estas fotos dejaron de llegar.
Es increíblemente poco lo que sabemos
de las ballenas, los animales más grandes del planeta ya que
primero nos especializamos en asesinarlas y luego intentamos
conocerlas. Es tan fácil salvarlas de su extinción que asusta el sólo
pensar que no lo estamos, realmente, intentando. Son sólo tres países
los que insisten en matarlas y un mundo entero que se opone inútilmente.
Su salvación es tan sencilla que si no podemos salvar a las ballenas,
no hay cosa alguna que pueda ser salvada por nosotros.
Imagino un mundo sin ballenas. Imagino un
mar vacío de saltos y colas emergentes, vacío de cantos y de
cachorros. Imagino a un mundo de hombres tristes de ausencias. Porque,
cuando las ballenas ya no estén, los hombres nos quedaremos
inexplicablemente solos frente a un mar vacío de juegos,
rodeados de miles de fotografías de lo que pudo ser y nunca ha sido.
Tito Rodriguez
Photo:Petre Gill
|
Los amigos del jefe
Seguramente la primer regla de
supervivencia para los peces debe ser: "Mantente alejado de
los tiburones". Pero parece que los peces piloto no sólo
hacen caso omiso de esa regla si no que se benefician plenamente con
la compañía de los escualos.
Estos pequeños peces rayados suelen
nadar junto a los tiburones, de hecho, su nombre proviene de que antiguamente
se creía que guiaban al tiburón hacia su presa. Hoy sabemos que
los escualos tienen mejores sistemas de detección que los peces
piloto por lo que esto no parece probable. De hecho no se
encuentra un argumento en esta compañía que beneficie al tiburón.
En cambio hay buenos motivos que benefician al pez piloto.
Los tiburones no pueden masticar, por eso
cortan grandes trozos de su presa y los tragan enteros. Esto genera
gran cantidad de partículas de alimento en el agua de las que los
peces piloto se alimentan vorazmente. Otro beneficio para los peces
piloto es que mantienen alejados a sus propios depblackadores que no
se animarían a atacar a un pez que permanezca tan cerca de un tiburón
ya que correrían el riesgo de convertirse en presa.
Cuando dos grandes tiburones se acercan
entre acercan entre si, los peces piloto cambian de color. Sus líneas
negras desaparecen y sus cuerpos se tornan uniformemente plateados.
Esta es una actitud agresiva del animal que de esta manera se hace
menos visible entre el brillo del agua. Esta actitud agresiva suele
verse cuando dos peces piloto se pelean. Por lo que se cree que, en
el encuentro entre tiburones los peces piloto de uno y otro escualo
se están dando signos entre si, como si cada grupo tratara de
defender su propio territorio, claro que en este caso el "territorio"
es nada menos que un tiburón.
Claro que en esta relación hay algunos
interrogantes que aún nadie puede responder: Si los tiburones se
detuvieran a dormir morirían ahogados (ver Secretos Nro. 124)
entonces ¿cómo descansan los peces piloto?. O peor aún, la
pregunta más lógica... si el tiburón no se beneficia con la
presencia de los peces piloto y un tiburón puede alcanzar tres
veces más velocidad que sus compañeros de viaje ¿por qué no
se los come?
No tenemos respuesta para este
interrogante. Tal vez el escualo se acostumbra a verlos a su lado o
tal vez sí obtenga un beneficio. Sería lógico pensar que un tiburón
exitoso en conseguir alimento estaría acompañado de mayor
cantidad de peces piloto. Entonces semejante comitiva podría
indicar cierto poder ante otros tiburones o incluso un mayor
"rango social" ante las hembras listas para copular. Son
sólo teorías, después de todo ¿quién conoce a los tiburones?
Tito
Rodriguez
Aleteo
Hace pocos meses un grupo de paleontólogos
que estaban trabajando en New Brunswick, Canadá, desenterró los
restos del tiburón más antiguo que se haya descubierto hasta el
momento. Ese fósil nos permite saber que los
tiburones ya dominaban en el mar hace 409 millones de años.
Lo increíble es que este escualo
es muy semejante a los tiburones actuales. A pesar de que hace 400
millones de años el mar era siete veces más denso que hoy, los
tiburones no sufrieron cambios en su evolución. Se adaptaron a
todas las alteraciones del clima y del medio sin modificar
su estructura. Cuando un modelo es perfecto no necesita cambiar.
Los tiburones sobrevivieron a los dinosaurios y a los cambios
provocados por el hombre, al menos hasta nuestros días. Pero esto
parece estar cambiando.
Desde la década del ´80, la
pesca comercial del tiburón se incrementó hasta alcanzar niveles
increíbles. Esto se debe a la práctica del "aleteo" una espantosa técnica de pesca que consiste en capturar al
animal, subirlo a bordo, cortarle las aletas y arrojarlo vivo al
agua en donde morirá ahogado en una lenta agonía, por la
falta de movimiento .
Las aletas de los tiburones representan
sólo el 5% del peso corporal del animal, por lo que el otro 95%
se desperdicia totalmente. Una vez secadas las aletas, son
enviadas a los mercados de Taiwán, China y Japón donde se las
utiliza para preparar "sopa de aletas", un plato que
llega a alcanzar un valor comercial de 90 dólares al que,
falsamente, se le atribuyen propiedades afrodisíacas. Los cálculos
y proyecciones de los organismos de pesca mundiales estiman que
cada año se matan 100 millones de tiburones en este tipo de pesca.
Pero estos datos no tienen en consideración la captura
clandestina que incluso puede ser mayor que la conocida y de la
que, obviamente, no se tienen mayores datos.
Los pescadores, sobre todo los
latinoamericanos, aprendieron que pueden ganar mucho más dinero
llenando los barcos de aletas que conservando al animal entero,
pesan menos, ocupan mucho menos espacio, se conservan mejor y
son mucho más costosas que el resto del animal. Es por eso que,
incluso en regiones donde está prohibida la pesca de
tiburones, y donde nadie piensa en la sopa de aletas, ésta se
sigue practicando en forma ilegal. Los investigadores de las Islas
Galápagos, donde está prohibida la captura del tiburón, alertan
sobre el hecho de que quince años atrás, podían verse en la
zona cardúmenes de tiburones martillo de hasta 300 ejemplares.
Hoy en día es extraño observar una agrupación de más
de 30 escualos.
Odiados por muchos, temidos por todos,
los tiburones son el pico más alto de la cadena alimentaria
marina. Si los tiburones no estuvieran, sus presas aumentarían en
número desproporcionadamente, esto podría provocar un caos de
alimento en toda la cadena trófica que podría hacer sucumbir al
mar.
Me resisto a creer que el depblackador más
formidable de la creación, el modelo perfecto de la evolución
desaparezca de los mares simplemente para que un grupo de hombres
obtenga el dudoso placer de un falso afrodisíaco. Me resisto a
pensar que el resto de la humanidad los va a dejar
hacerlo.
Tito Rodriguez
Un simple error
En la actualidad más del 50% de los
ataques de tiburones están destinados a los surfistas. Pero esto
no se debe a una elección del animal sobre el tipo de presa si no
a un lamentable error.
La mayoría de estos ataques se dan en
aguas donde abundan las focas y, un surfista acostado sobre la
tabla y visto desde abajo tiene una silueta similar a la de una
foca nadando en superficie. Si se tiene en cuenta que un
tiburón tigre de 300 kilogramos tiene un cerebro que podría
entrar en una taza de café pequeña, habremos caído en la
conclusión de que es un animal que ataca basado casi con
exclusividad en su instinto y no en una elaborada elección de la
presa.
El tiburón simplemente se encontraba
en el límite de la rompiente en busca de una foca desprevenida y
ve a un surfista recortado en la superficie, se asemeja al animal
que está buscando y no duda en atacar.
Los ataques a los surfistas suelen ser
muy parecidos a los ataques a las focas. El tiburón arremete
desde el fondo por la parte posterior del animal, donde no puede
ser visto. El primer ataque es generalmente al cuarto trasero de
la víctima para invalidar la huída. Luego, el tiburón se
retira a corta distancia esperando que la foca inhabilitada para escapar,
se desangre y se debilite para iniciar entonces el ataque final.
En el caso de los surfistas, rara vez este ataque final llega a
producirse ya que el hombre herido suele ser rescatado y sacado
del agua lo que, obviamente, desconcierta al depblackador.
Los ataques de tiburón son siempre
espectaculares y resultan en tapas de diario, pero apenas doce
personas al año mueren en el mundo a causa de ellos. No resulta
un número tan espectacular si se lo compara con las mil
personas que cada año mueren aplastados o pateados por vacas. En
la actualidad hay cuatro veces más probabilidad de ser alcanzado
por un rayo que de ser atacado por un tiburón.
La mala fama de los tiburones, junto
con alguna película que los presenta como animales terroríficos
han logrado que el común de la gente les tema y los odie, a
muy pocas personas le interesaría una campaña para su
conservación. Sin duda no son tan populares como los delfines
pero no son menos necesarios que éstos para el mar. Sin ellos el
equilibrio marino se perdería y se rompería la cadena trófica.
Conservar a los tiburones, también es conservar el mar. Aunque,
tal vez, no podamos entenderlo o nos cueste creerlo.
Tito Rodriguez |
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