Investigadores holandeses realizaron estudios hidrológicos y climatológicos que detectaron que, debido a un aumento en la temperatura, las nubes se están formando más alto que de costumbre en el área de El
Yunque.
Las nubes no solo crean formas de animales, plantas u objetos en el firmamento, también cuentan historias… historias como la del calentamiento global.
Hablar del tema de por sí ya es complicado, por lo que estudiar y entender sus efectos a 3,200 pies de altura parece una tarea casi imposible.
Eso, los 3,200 pies, es la altura del Bosque Nacional El Yunque, en Puerto Rico, un pulmón natural que en las pasadas décadas ha experimentado cambios en el comportamiento de sus nubes, tanto por razones ecológicas como antropogénicas (causadas por el hombre).
Según cuenta el científico Ariel Lugo, director del Instituto Internacional de Dasonomía Tropical, adscrito al Servicio Forestal de los Estados Unidos, estos cambios de comportamientos de nubes en El Yunque los formalizaron unos investigadores holandeses, quienes realizaron estudios hidrológicos y climatológicos en el bosque, y detectaron que, debido a un aumento en la temperatura, las nubes se están formando más alto que de costumbre.
Categóricamente, aún no puede afirmarse qué tan alto se están formando las nubes, admite Lugo. Dijo que se siguen utilizando los 600 metros como el punto medio en la condensación de las nubes. Sin embargo, fue tras el paso del huracán Hugo, en 1989, que se dieron cuenta de que la falta de humedad y las altas temperaturas causaron la subida de las nubes y la sequía en las partes bajas del bosque.
Cuestionado sobre las razones del cambio, Lugo indica que, por causas naturales, el viento que sopla desde el océano Atlántico hacia El Yunque está llegando más caliente. Una atmósfera caliente y sin humedad no produce nubes, dice. El aire tiene que subir para enfriarse y, al hacerlo, se forman las nubes.
A esto se le suma el desparrame urbano que ha cobrado auge en la falda del bosque, creando el efecto conocido como “islas de calor”, es decir, una acumulación de calor intensa por el hormigón y demás materiales absorbentes de calor en las ciudades. El hormigón calienta la atmósfera y evita que se formen nubes. Un lugar impermeabilizado no es capaz de evaporar aguas para bajar las temperaturas y sumar humedad a la atmósfera.
Factor el desparrame urbano
“El efecto de este cambio en el comportamiento de las nubes es que las partes bajas del bosque se secan más rápido, mientras que las más altas reciben más lluvia. También puede pasar que la lluvia caiga en otras partes de Puerto Rico”, explica el experto.
Lugo cuenta que la única forma de conocer los efectos reales es llevando a cabo estudios y monitoreos a largo plazo. A tales efectos, el Instituto desarrolló el Long Term Ecological Research Program, que en este caso analizará el comportamiento de plantas y animales, especialmente los reptiles y anfibios, como el coquí, que viven de la humedad. El programa inició formalmente en 1989, pero está anclado en las investigaciones del Servicio Forestal de los Estados Unidos en El Yunque, que datan de 1939.
Refiriéndose al desparrame urbano en la falda del bosque, el supervisor forestal de El Yunque, Pablo Cruz, piensa que tendría el efecto de provocar momentos de mucha lluvia, pero también episodios de sequedad.
“Ya se está dando ese fenómeno. No lo tenemos cuantificado, pero hay científicos trabajando en eso. Hemos perdido espacios abiertos (capa vegetal) para darles paso al concreto y al asfalto”, lamentó el funcionario.
La doctora María Santos Corrada, profesora de la Escuela de Negocios y Empresarismo de la Universidad del Turabo, evalúa los planes de desarrollo sostenible de tres hoteles cinco estrellas que rodean a El Yunque.
Los tres hoteles, expone Santos Corrada, están ubicados en áreas que se supone sean protegidas, es decir, en las que no debe haber desarrollo urbano. Una de las razones, precisa, es que son áreas a las que llegan las tortugas marinas a desovar.
“Hemos analizado fotos de satélite de El Yunque y hay un área que se está quedando desértica. No sabemos las razones exactas, pero es justamente la franja que divide a El Yunque de uno de los hoteles estudiados”, dice la profesora, quien lamenta que los hoteles no están integrados al Plan de Desarrollo de Río Grande, municipio donde ubican y que agrupa gran parte de la extensión territorial del bosque.
Santos Corrada realizó otro estudio en el contexto de que actualmente El Yunque está compitiendo para convertirse en una de las siete maravillas naturales del planeta. Para su sorpresa, relata, halló que el bosque es “un desconocido” para los puertorriqueños, quienes, al desconocer su valor ecológico, expresan indiferencia sobre las amenazas, por ejemplo, del calentamiento global y el desparrame urbano en el bosque.
La importancia del bosque
Pero hay ciudadanos a quienes sí les preocupan las dinámicas de El Yunque. Una de ellas es la planificadora ambiental Carmen Guerrero, de la Coalición Pro Corredor Ecológico del Noreste, quien, al igual que Santos Corrada, advierte que el desparrame urbano en la falda del bosque, además de reducir la cantidad de lluvia que cae, “limita el dinamismo con la costa”, afectando así las áreas de anidaje de tortugas marinas, como el tinglar.
“Si no protegemos el bosque, la región este del País no tendría agua para abastecerse. El Yunque, como cualquier ecosistema, tiene la capacidad de recuperarse (resiliencia), pero esa capacidad disminuye a medida que aumentan las presiones, como los eventos naturales que se anticipan con el cambio climático y el desarrollo urbano”, dice Guerrero.
Entretanto, Camilla Feibelman, del capítulo de Puerto Rico del Sierra Club, recuerda que El Yunque es el principal abastecedor de los ríos Sabana, Pitahaya, Juan Martín, Fajardo, Blanco y Espíritu Santo, que suplen agua a miles de residentes al este de la Isla. Si la lluvia no cae en el bosque, advierte, esas personas se quedarán a secas.
De cara al futuro, el científico y planificador ambiental Luis Jorge Rivera Herrera, de la organización Iniciativa para un Desarrollo Sustentable, recomienda que el Estado sea más estricto en el cumplimiento del Reglamento de Zonificación Especial para los Terrenos del Bosque Nacional El Yunque, elaborado en 1985. Según cuenta, más del 80% de los proyectos de construcción aprobados violan el reglamento, que define los distritos de zonificación en la periferia del bosque.
En términos de política pública, el meteorólogo Rafael Méndez Tejeda, director del Laboratorio de Investigación en Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Carolina, pide que se cree una Secretaría de Cambio Climático, que desarrollaría políticas de agricultura, pesca, bosques y costas
sustentables.
Archivo)Por Gerardo E. Alvarado León /
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