Por Joel Ortiz Rivera / joel.ortiz@elnuevodia.com
NAGUABO - Vetusto recuerdo de una época de plantaciones, trapiches y esclavitud, cuando el azúcar
reinaba en el Caribe, los restos del Castillo Villa del Mar de Naguabo son el testimonio de un pasado y una
historia que parecen quedar arropados por yerbajos de leyendas.
Esta llamativa aunque abandonada estructura, localizada en la misma carretera número 3, en uno de los
extremos del conocido Malecón de Naguabo, es uno de los pocos ejemplos del estilo arquitectónico
victoriano tardío que se hallan en Puerto Rico, según información brindada por el municipio de Naguabo y
por otra obtenida por el portal de la Oficina Estatal de Conservación Histórica.
Su valor arquitectónico, demostrado a través de sus losas criollas de distintos colores y patrones, sus 18
columnas jónicas y sus techos a cuatro aguas y hexagonales en su distintivo torreón, ha sido anotado por el
Instituto de Cultura Puertorriqueña, que desde el 1977 la incluyó en su “Inventario de Monumentos
Históricos”.
Pero en su época, la residencia, construida a orillas del Mar Caribe, fue eje del comercio antillano al contar
con su propio atracadero, el cual era utilizado por sus propietarios para la exportación del azúcar y de otros
productos a las islas cercanas.
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