Bosque Nacional El Yunque se encuentra en la Sierra de Luquillo, a unos 25 kilómetros al este de la zona de San Juan. Un corto de diez minutos en coche a través de la aldea de Palmer en Río Grande y hasta la carretera PR # 191 le llevará a El Yunque. Cubriendo más de 28.000 hectáreas de tierra, el bosque debe su nombre a las tierras palabra taína que significa Yuke sagrados o blanco. Desde sus cumbres, ofrece a los visitantes algunas de las vistas más impresionantes que se encuentran en el Caribe. Las temperaturas oscilan entre cerca de 80 grados centígrados en las partes más bajas de la selva a la friolera de 65 grados en las zonas más cercanas a 3.300 metros sobre el nivel del mar.
El Yunques biodiversidad lo hace único entre otros bosques en el Sistema Forestal Nacional de Estados Unidos. Por frecuentes chaparrones generar cerca de 100 millones de galones de agua de lluvia al año y conspiran con Puerto Ricos clima tropical cálido para dar cabida a más de 240 especies de árboles nativos, 50 especies de orquídeas y 150 especies de helechos. Casi un tercio de las especies de árboles son nativos de Puerto Rico y las Islas Vírgenes, y el 10 por ciento de ellas son endémicas de El Yunque y no se puede encontrar en ninguna otra parte del mundo.
La vida animal bosque está dominado por los reptiles, anfibios y aves, incluyendo el Higuaca en peligro de extinción o cotorra puertorriqueña. El bosque atrae a más de un millón de visitantes cada año, que vienen a caminar sus más de 13 kilómetros de senderos disfrutando del exuberante paisaje y el aire fresco de la montaña. Visitas guiadas por estos senderos están disponibles a través de los Servicios Forestales del USDA Forest Tours y Actividades innovadoras y programas de Rent-A-Ranger.
El núcleo de El Yunque National Forest sigue siendo en gran parte intacta hasta nuestros días y ha demostrado ser un activo excepcional a la comunidad científica mundos. No sólo sirve como un centro de investigación líder en numerosos estudios, sino que también proporciona una ventana única al pasado, cuando el bosque original cubría Puerto Rico en su
totalidad.
Helechos Gigantes
Cyathea arborea
Yunque ubicado en Rio
Grande al este de la isla
Desde Gurabo hasta
Fajardo, al nordeste de Puerto Rico
se eleva La Sierra de Luqillo. Alli se encuentra el Yunque de 3,494 pies
Con fiesta de folklore
y cultural el 17 de enero de 2004 culminó la conmemoración del
Centenario del Yunque, en la tradiconal celebración de las octavitas
con la destacada participación de grupos típicos de la Oficina de
Asuntos de la Juventud., que dirige David Bernier.
El portal sirvió de escenario a
una feria de artesanía con grupos de bailes, Aborigenes de Ciales,
Bayoán de Bayamón y MDG de Sabana Grande. El Grupo Plenealo de Guayama
abrió las actividades.
Además de fiesta familiar y
resalta los valores culturales, se resaltá la importancia de cultivar
en los jovenes el compromiso con la tierra y la defensa del ambiente,
estableciendo que durante el año se planifican actividades
ecoturísticas para enfatizar este aspecto en la formación de caracter
de una juventud de provecho.
Por Redacción
de Escenario
El Yunque sigue en peligroEscrito por Maricelis Rivera
EL VOCERO
Martes 23 de Febrero de 2010 13:42
Suministrada
El Bosque Nacional del Caribe, El Yunque, continúa bajo el acecho de un proceso acelerado de urbanización que pone en riesgo a los ecosistemas y que se agrava porque el 72.6 por ciento de las construcciones en los ocho municipios que lo circundan, se hacen contrarias a la zonificación especial que se supone debe protegerlo, reveló un reciente estudio de la Universidad de Puerto Rico
(UPR) y el Instituto Internacional de Dasonomía Tropical.
La geógrafa Tania del Mar López Marrero, del Centro de Estudios del Caribe del Recinto de Río Piedras de la UPR, manifestó que las áreas construidas en la periferia del Yunque se incrementaron en un 15.6 por ciento en un período de cerca de diez años (1998 al 2007).Los hallazgos, obtenidos en exclusiva por EL
VOCERO, son parte del estudio en proceso que se publicará este año bajo el título:
"Cobertura de terreno, urbanización y alternativas de conservación en la periferia de El Yunque", de la autoría de López Marrero, Olga M. Ramos González y Ariel Lugo.
"Tres cuartas partes de cada desarrollo están ocurriendo en una zonificación en la que se supone que no ocurran desarrollos urbanos", expresó la doctora especializada en las relaciones humanas y el ambiente y en cartografía.La investigación del trío de científicos reveló que en estos diez años, el municipio que experimentó un proceso urbanizador más rápido fue Juncos con un 25.4 por ciento, seguido de Río Grande con un 19.1 por ciento, Las Piedras con 17.3 por ciento, Luquillo con 12.2 por ciento y Fajardo con 8.8 por ciento.Afirmó que en el estudio
"Urbanización de los terrenos en la periferia de El Yunque" de 1998, se detectó que el 85 por ciento de los desarrollos se hacía no conforme con la zonificación especial. Pero, recalcó que el hecho de que haya una leve mejoría en el 2007 puede deberse a varios factores como el que se cuente ahora con mejores instrumentaciones y otras variables que son distintas entre ambos estudios como las clasificaciones y las bases de datos que hacía el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales hace una década en términos de la cobertura.
No obstante, la investigadora recalcó que un 72.6 por ciento es un número muy alto que refleja que el recurso de la zonificación especial para crear una zona de amortiguamiento que proteja al Yunque, no está funcionando.Lugo añadió que también es un reflejo de que se van acabando los terrenos sin desarrollar en esos municipios.
López Marrero explicó que otra de las preocupaciones que presenta el estudio es que se observan construcciones en áreas donde se supone que por su clasificación estén totalmente prohibidas como las de bosques y conservación de recursos.En las denominadas Bosque 1 (B-1) se observó 0.1 por ciento de desarrollo, 0.2 por ciento en la B-2; mientras 1.0 por ciento en Conservación de Recursos y 0.7 por ciento en la llamada Conservación de Recursos 1 (CR-1).Otro problema serio son las zonas agrícolas, ya que son las que están bajo mayor presión de desarrollo en áreas de la zonificación especial.
Un 34.4 por ciento de las construcciones ocurren en la zona Agrícola 1 (que son los de mayor valor agrícola), seguidas por un 30 por ciento en las Agrícola 3, y 6.2 por ciento en Agrícola 2."No solamente se van a perder las áreas de mayor valor agrícola, pero también se interfiere con la continuidad de la montaña a la costa", subrayó la geógrafa al recordar la importancia de la continuidad de los ecosistemas.En términos de la cobertura total de terreno para el año 2007, se encontró que el 43.9 por ciento es bosque, el 33.6 por ciento es pastos o agrícola, el 13.6 por ciento urbano, el 4.5 por ciento arboleda, el 3 por ciento humedales y mangles.Los datos reflejan que para el 1998 había un 15.6 por ciento menos de terrenos construidos.
"Esto sucede, no porque no se estén dando los datos, esa área Este es de las que más datos se tienen", mencionó López Marrero. "Es falta de voluntad política, de hacer cumplir los reglamentos y la zonificación. Dijo que ha encontrado que en los municipios que circundan al Yunque hay profesionales muy preparados que entienden la necesidad de cumplir con lo estipulado en la zonificación, pero que las decisiones se toman por encima de sus recomendaciones a niveles más altos en términos de los Alcaldes y de la Junta de Planificación y la Administración de Reglamentos y Permisos
(ARPE).
No sirven las zonificaciones
Lugo, por su parte, mencionó que una de las grandes lecciones del estudio es que las zonificaciones especiales como mecanismo de planificación no funcionan y eso lo demuestra el hecho de que se construya en zonas de Bosque y Conservación de Recursos. Dijo que es algo altamente preocupante en el caso del Corredor Ecológico del Noreste
(CEN), que se designó como reserva natural, pero que ahora se pretende proteger mediante zonificación especial."
Lo que ha demostrado ser efectivo para Puerto Rico es la reserva que ofrece la protección formal del Gobierno (estatal o federal) o del Fideicomiso. En esos casos, se conservan muy bien dentro de las propiedades y las poblaciones de biota se recobran de forma fabulosa cuando se trata de conservar en base de zonificación, la planificación se va al piso", sostuvo el doctor en ecología.Recalcó que hay una interrelación con lo que ocurre en la montaña y la costa y viceversa en términos de los organismos y lo que se observa en el estudio impide esa interacción que bloquea su paso. Asimismo, impide el desahogo de los organismos que salen fuera del Yunque a otros hábitat cercanos.Otro de los problemas es el fenómeno de isla calor porque si los alrededores del Yunque están muy calientes debido a que se ha quitado la cobertura verde, las nubes tienen que buscar más elevación para recargarse de agua y ya ha empezado a notarse una merma de lluvia en las áreas urbanas.
"El Yunque pierde y perdemos todos si se pierde agua porque el Yunque suple de agua a muchas áreas de Puerto Rico", subrayó.En cuanto a las tierras agrícolas, el ecólogo planteó que los políticos deben comenzar a entender la necesidad de proteger el futuro de Puerto Rico: "no se trata ya de proteger la cotorra, sino el agua y el
alimento".
El efecto directo del calentamiento global
en el Yunque
Investigadores holandeses realizaron estudios hidrológicos y climatológicos que detectaron
que, debido a un aumento en la temperatura, las nubes se están formando más alto que de costumbre en
el área de El Yunque.
Las nubes se forman a mayor altura en El Yunque
El efecto directo del calentamiento global hace que las nubes se formen a mayor altura
Las nubes no solo crean formas de animales, plantas u objetos en el firmamento, también cuentan historias… historias como la del calentamiento global.
Hablar del tema de por sí ya es complicado, por lo que estudiar y entender sus efectos a 3,200 pies de altura parece una tarea casi imposible.
Eso, los 3,200 pies, es la altura del Bosque Nacional El Yunque, en Puerto Rico, un pulmón natural que en las pasadas décadas ha experimentado cambios en el comportamiento de sus nubes, tanto por razones ecológicas como antropogénicas (causadas por el hombre).
Según cuenta el científico Ariel Lugo, director del Instituto Internacional de Dasonomía Tropical, adscrito al Servicio Forestal de los Estados Unidos, estos cambios de comportamientos de nubes en El Yunque los formalizaron unos investigadores holandeses, quienes realizaron estudios hidrológicos y climatológicos en el bosque, y detectaron que, debido a un aumento en la temperatura, las nubes se están formando más alto que de costumbre.
Categóricamente, aún no puede afirmarse qué tan alto se están formando las nubes, admite Lugo. Dijo que se siguen utilizando los 600 metros como el punto medio en la condensación de las nubes. Sin embargo, fue tras el paso del huracán Hugo, en 1989, que se dieron cuenta de que la falta de humedad y las altas temperaturas causaron la subida de las nubes y la sequía en las partes bajas del bosque.
Cuestionado sobre las razones del cambio, Lugo indica que, por causas naturales, el viento que sopla desde el océano Atlántico hacia El Yunque está llegando más caliente. Una atmósfera caliente y sin humedad no produce nubes, dice. El aire tiene que subir para enfriarse y, al hacerlo, se forman las nubes.
A esto se le suma el desparrame urbano que ha cobrado auge en la falda del bosque, creando el efecto conocido como “islas de calor”, es decir, una acumulación de calor intensa por el hormigón y demás materiales absorbentes de calor en las ciudades. El hormigón calienta la atmósfera y evita que se formen nubes. Un lugar impermeabilizado no es capaz de evaporar aguas para bajar las temperaturas y sumar humedad a la atmósfera.
Factor el desparrame urbano
“El efecto de este cambio en el comportamiento de las nubes es que las partes bajas del bosque se secan más rápido, mientras que las más altas reciben más lluvia. También puede pasar que la lluvia caiga en otras partes de Puerto Rico”, explica el experto.
Lugo cuenta que la única forma de conocer los efectos reales es llevando a cabo estudios y monitoreos a largo plazo. A tales efectos, el Instituto desarrolló el Long Term Ecological Research Program, que en este caso analizará el comportamiento de plantas y animales, especialmente los reptiles y anfibios, como el coquí, que viven de la humedad. El programa inició formalmente en 1989, pero está anclado en las investigaciones del Servicio Forestal de los Estados Unidos en El Yunque, que datan de 1939.
Refiriéndose al desparrame urbano en la falda del bosque, el supervisor forestal de El Yunque, Pablo Cruz, piensa que tendría el efecto de provocar momentos de mucha lluvia, pero también episodios de sequedad.
“Ya se está dando ese fenómeno. No lo tenemos cuantificado, pero hay científicos trabajando en eso. Hemos perdido espacios abiertos (capa vegetal) para darles paso al concreto y al asfalto”, lamentó el funcionario.
La doctora María Santos Corrada, profesora de la Escuela de Negocios y Empresarismo de la Universidad del Turabo, evalúa los planes de desarrollo sostenible de tres hoteles cinco estrellas que rodean a El Yunque.
Los tres hoteles, expone Santos Corrada, están ubicados en áreas que se supone sean protegidas, es decir, en las que no debe haber desarrollo urbano. Una de las razones, precisa, es que son áreas a las que llegan las tortugas marinas a desovar.
“Hemos analizado fotos de satélite de El Yunque y hay un área que se está quedando desértica. No sabemos las razones exactas, pero es justamente la franja que divide a El Yunque de uno de los hoteles estudiados”, dice la profesora, quien lamenta que los hoteles no están integrados al Plan de Desarrollo de Río Grande, municipio donde ubican y que agrupa gran parte de la extensión territorial del bosque.
Santos Corrada realizó otro estudio en el contexto de que actualmente El Yunque está compitiendo para convertirse en una de las siete maravillas naturales del planeta. Para su sorpresa, relata, halló que el bosque es “un desconocido” para los puertorriqueños,
quienes, al desconocer su valor ecológico, expresan indiferencia sobre las amenazas, por ejemplo, del calentamiento global y el desparrame urbano en el bosque.
La importancia del bosque
Pero hay ciudadanos a quienes sí les preocupan las dinámicas de El Yunque. Una de ellas es la planificadora ambiental Carmen Guerrero, de la Coalición Pro Corredor Ecológico del Noreste, quien, al igual que Santos Corrada, advierte que el desparrame urbano en la falda del bosque, además de reducir la cantidad de lluvia que cae, “limita el dinamismo con la costa”, afectando así las áreas de anidaje de tortugas marinas, como el tinglar.
“Si no protegemos el bosque, la región este del País no tendría agua para abastecerse. El Yunque, como cualquier ecosistema, tiene la capacidad de recuperarse (resiliencia), pero esa capacidad disminuye a medida que aumentan las presiones, como los eventos naturales que se anticipan con el cambio climático y el desarrollo urbano”, dice Guerrero.
Entretanto, Camilla Feibelman, del capítulo de Puerto Rico del Sierra Club, recuerda que El Yunque es el principal abastecedor de los ríos Sabana, Pitahaya, Juan Martín,
Fajardo, Blanco y Espíritu Santo, que suplen agua a miles de residentes al este de la Isla. Si la lluvia no cae en el bosque, advierte, esas personas se quedarán a secas.
De cara al futuro, el científico y planificador ambiental Luis Jorge Rivera Herrera, de la organización Iniciativa para un Desarrollo Sustentable, recomienda que el Estado sea más estricto en el cumplimiento del Reglamento de Zonificación Especial para los Terrenos del Bosque Nacional El Yunque, elaborado en 1985. Según cuenta, más del 80% de los proyectos de construcción aprobados violan el reglamento, que define los distritos de zonificación en la periferia del bosque.
En términos de política pública, el meteorólogo Rafael Méndez Tejeda, director del Laboratorio de Investigación en Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Carolina, pide que se cree una Secretaría de Cambio Climático, que desarrollaría políticas de agricultura, pesca, bosques y costas
sustentables.
Por Gerardo E. Alvarado León /
galvarado@elnuevodia.com